En mi propio patíbulo
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Reo de poesía
“Unos ojos que no conozco observan.
Sé que son de mujer. Eso lo sé.”
Una vez ordenado el cumplimiento
de la sentencia, resignado e ido,
lentamente me voy quitando versos
de encima. Empiezo oyendo –como ausente-
el terrible redoble del tambor
que acompaña al verdugo en su quehacer.
El son me tranquiliza; no le temo;
encuentro amparo en el rumor funesto
al que se abrazan mis palabras breves,
entrecortadas por el llanto agónico
que de ellas brota. No de mí. No siento
ya ni miedos ni duelos. Sólo siento
lástima del poema abandonado
encima del tablero del cadalso
que, con mis manos, he ido construyendo.
Súbitamente todo calla. Ya
no me quedan más versos que quitarme.
Héteme aquí desnudo, despojado
del abrigo que en mí la poesía
ha sido. Ni el silencio me acompaña.
Solo ante la inclemente soledad
me encuentro.
Y es entonces cuando empiezo
a buscarme, a cubrirme con mi manto
de tormenta; a temblar; llorar.
Y escribo.
13-III-1526
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4 comentarios
Daanroo -
Un placer leerle, Sir
aunque el recorrido desde Predicado, fue algo largo, mereció la pena, entrar de nuevo en sus dominios...
claudia -
es que hay lugares como este, que me hacen sentir verdaderamente bien
a pesar de sus pocos comentarios
no me arrepiento de haberme ido
ahora llegaré a donde corresponda
un abrazo
claudia
sus poemas, son transparentes
gracias
MCruz -
MCruz -
lástima del poema abandonado..."
Yo más.